Una de mis mayores emociones vividas en los últimos tiempos fue el interminable abrazo con mi padre. ÉL es una persona sensible, trabajadora, profesional de la salud. Es enfermero. No podíamos vernos por su trabajo, decidió aislarse de su familia durante la peor etapa de la pandemia. De esta forma, nos protegía, decía que era lo mejor por estar en contacto directo con los enfermos de covid.
En medio de una situación de incertidumbre y muerte, el no poder estar a su lado, sabiendo que podría adquirir el virus en cualquier momento, fue muy angustiante. Nos comunicábamos por video llamadas y trataba de darle ánimo, le decía lo orgullosa que estaba de él. Nada de eso es comparable a lo que se transmite en un abrazo, todo el amor del mundo, toda la energía que solo se puede decir con un abrazo.
Cuando por fin llegó el momento del reencuentro, mi corazón latía tanto que parecía estallar en mi pecho. Mis manos estaban temblorosas y sudando. Toda esa sensación desaparece como por arte de magia cuando logramos entrelazarnos en un largo, alegre, fuerte y feliz abrazo.
Liliana (estudiante de psicología) 23/11/21