La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad | Nuestro niño interior

 

“La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad “ José Saramago

Para la Gestalt, el niño interior es la estructura psicológica más vulnerable y sensible de nuestro “yo”. Se forma fundamentalmente a partir de las experiencias, tanto positivas como negativas, que tenemos durante los primeros años de la infancia.

Dependiendo del tipo de experiencias y de cómo las interiorizamos, el niño interior puede ser una “personita” alegre, optimista y sensible o por el contrario, alguien temeroso de la vida,

enojado e irascible.

Con el paso del tiempo, este niño se va escondiendo en lo más profundo de nuestro ser, pero sale a la luz en determinadas circunstancias.

La mayoría de las personas no se percatan de la existencia de este niño interior, pero lo cierto es que en ocasiones es él quien determina cómo respondemos ante determinadas situaciones. Los adultos se han olvidado del niño interior que todos tenemos dentro, por eso no juegan y pierden la curiosidad.

👉 El niño interior debería servirnos para despertar la ilusión, la creatividad, la espontaneidad y la alegría. Cuando nos hace revivir antiguos miedos y nos incita a comportarnos de manera irascible, se convierte en un problema que debemos solucionar.

👉 Sanar al niño interior es un camino de autodescubrimiento porque deberás regresar en el tiempo para descubrir cuáles han sido esos eventos negativos que aún no has podido superar desde el punto de vista emocional y que te mantienen atado/a al pasado. Cuando liberamos el dolor le ayudamos a nuestro niño interior a sanar y podemos mirar al futuro.

En ocasiones, este viaje al pasado puede ser doloroso, porque hay heridas que no sanaron del todo. Por eso, para emprender el viaje de forma segura, lo mejor es hacerlo a través de un psicólogo que sea capaz de guiarte en este proceso.

👉 La vejez, más que el reflejo físico de la edad, es una cuestión de actitud: cuando perdemos la curiosidad, como dice Saramago, dejamos de ser niños; por esto no podemos olvidarnos de nuestro niño interior, ese que nos impulsa a la imaginación y la creatividad y no dejar de jugar porque es lo que nos hace seguir creyendo en la vida.

👉 ¡Vuelve a ser un niño, al menos, por un día!