La mujer que inventó la belleza
Nació en el seno de una familia humilde en 1872 en Cracovia (Polonia); era la mayor de ocho hermanos y creció en un barrio judío. Fue en Cracovia donde ella intentó estudiar medicina hasta que su padre decidió enviarla a Australia en 1896, a casa de unos parientes. En su equipaje llevaba 12 tarritos de una crema que su madre le había regalado y cuya receta procedía de la herencia familiar.
En Melbourne, era envidiada por su piel blanca, lisa y radiante. Las mujeres en cuanto vieron que el secreto estaba en aquella crema que traía de su ciudad natal, comenzaron a pedírsela y ella empezó a venderla; de esta forma nacería su primera crema Valaze. Fue tanto el éxito que tuvo aquel producto que Helena decidió comercializarlo a través de los periódicos, y así muchas mujeres australianas conocerían aquella crema, llegando a ganar 24.000 $ en tan solo dos años.
En 1905 abrió su primer centro de belleza en Melbourne llamado Beauty Valaze, pero lo dejó en manos de su hermana para viajar a Europa, donde consultó a dermatólogos y dietistas. Descubrió que existían diferentes tipos de piel y con distintas necesidades. Ese fue el gran éxito de Helena Rubinstein, saber ofrecer un producto para cada necesidad.
Helena decidió abrir un nuevo centro en París, pero al inicio de la Primera Guerra Mundial se trasladó a Estados Unidos, donde se convirtió en una gran empresaria con todo un imperio. En 1931 ya era una de las mujeres más ricas de América, a fines de los años 50 su imperio estaba formado por catorce fábricas de cosméticos y más de 40.000 empleados.
Helena conoció a su primer marido, el periodista Edward Titus, gracias a aquellos anuncios de sus cremas en el periódico; estuvieron juntos casi dos décadas, teniendo dos hijos. Finalmente terminó divorciándose de él y dos años después se casó con el príncipe georgiano Atchill Gourielli.
El final de Helena Rubinstein fue bastante triste. Por culpa de una embolia fallece en un hospital de Nueva York en 1965, tristemente sola.
Dentro de la vida de Helena Rubinstein hay muchas frases y citas célebres, que incluso con el paso de los tiempos, siguen siendo todo un referente en el mundo de la belleza:
“No hay mujeres feas, solo mujeres perezosas”
“Las obras de arte no se encuentran todos los días en la calle, no se sientan en la mesa en frente de uno”