En esta nueva etapa de Devenir, buscamos como eje conductor las paradojas, estas contradicciones que guardan grandes verdades y sin saberlo, forman parte del lenguaje.
En nuestro vocabulario cotidiano son muchas las paradojas que tenemos incorporadas de forma consciente y también de manera inconsciente.
Devenir, siendo fiel a su estilo, tiene su propia paradoja…
“Buscamos la emoción de lo perfecto, cuando en el Devenir de la vida, lo excitante está en lo imperfecto”
Sabemos que la perfección es una búsqueda constante, continua, cuando lo cierto es, que la perfección no existe.
La perfección en sí misma es una utopía y una aspiración, incluso la naturaleza, que es lo más parecido a ella, también posee errores.
El Hombre es un Ser imperfecto y es susceptible de mejorarse. Estamos en la búsqueda continua de superarnos, de lograr una mejor versión de nosotros mismos, tanto en el plano familiar como en el plano laboral.
La perfección es un concepto subjetivo, especialmente en lo estético. Por ejemplo, para alguien un cuadro puede ser símbolo de perfección y para otro, desagradable.
Tender a la perfección es una aspiración que lleva a crecer y mejorar, aunque no se alcance en plenitud. Quien tiene esta tendencia a superarse, corregir sus errores y hacer las cosas con el mayor esfuerzo y dedicación, se dice que es perfeccionista.
Crecimos entre mandatos y patrones sociales y familiares, que nos hicieron creer que la perfección existe… Nos inculcaron que debemos ser perfectos en cualquiera de los roles que la vida nos pone, olvidándonos, la belleza de lo imperfecto…
Nos olvidamos de lo bello que es atreverse, aunque nos equivoquemos, de animarse al error. Nos olvidamos de la belleza de una sonrisa sincera, espontánea, aunque el momento no sea el apropiado. Nos olvidamos de la belleza de caminar descalzos en la arena. Nos olvidamos de la belleza que existe caminar bajo la lluvia….
Nos olvidamos de apreciar la belleza y la excitación que esconde la Imperfección de existir, de vivir en el aquí y ahora… sin ensayos.
Lic. Roxana E. Vergara