Desde que nacemos hasta el último día de nuestra vida, estamos rodeados de palabras. Vivimos en un mundo de palabras, convivimos con palabras propias, palabras de otros, palabras escritas, palabras expresadas en distintos tonos de voz. 

Cuantas veces esperamos escuchar la palabra adecuada, esa palabra que nos acaricie el alma, que nos invite a seguir adelante, que nos de paz y sosiego, Seguramente tenemos la fortuna de encontrarla en la voz de una amiga o en un texto que llega a nuestras manos. 

Las palabras tienen poder ilimitado, cada experiencia en nuestra vida puede nombrarse o etiquetarse con una sola y resignificar tanto. Es nuestro deber impregnar nuestras vidas de palabras dignas, de palabras que calmen, que nos ayuden a construir y a construirnos.

Tengamos palabras sensibles, que nos inspiren, que transmitan emoción, que nos identifique con lo que pensamos, que sean coherentes con lo que hacemos. 

Algunas palabras transmiten una realidad que nos duele, busquemos la forma de mejorarla. Hay quienes en su vocabulario incluyen palabras que atacan, que mienten, palabras vacías de contenidos. Palabras que provocan daño a quién las recibe.

Debemos reconocer el poder de las palabras, algunas sanan, otras nos hacen crecer, otras nos destruyen. Es nuestra decisión. Si nos dejamos atrapar por ellas, no nos dejemos lastimar, recordemos que las palabras dicen mucho de quien las pronuncia. 

Recuerda, eres como hablas; eres lo que transmites al hablar. Tus palabras tienen poder, utilízalo de manera constructiva. 

Lic. Roxana Elena Vergara (septiembre2021)

 

“Aquel que conoce el poder de la palabra presta mucha atención a su conversación.

Vigila las reacciones causadas por sus palabras, pues sabe que ellas no retornaran al mismo punto sin haber causado su efecto”.

Florence Scovel Shinn